Los niños son persistentes, parece ser que cuando se les viene la idea de que quieren algo, no paran de pedir hasta que lo consiguen. Les dices “no”, y ellos encuentran otra manera de pedir. Les dices, “más tarde” y ellos regresan en unos pocos minutos preguntando si no es ahora “más tarde”. De adultos, olvidamos algunas veces que tan persistentes fuimos cuando éramos niños pequeños. Preocupaciones, angustias, cuidados y pérdidas de muchas cosas pueden hacernos sentir como si siempre estuviéramos pidiéndole a Dios por algo; que de alguna manera, ya hemos agotado todas nuestras oraciones y Dios precisamente quiere que paremos de pedir.
Pablo, en Efesios 6:18-20, nos dice que oremos. Orar en la voluntad y entendimiento del Espíritu. Orar con toda clase de oraciones, trayéndoselas todas a Dios, porque Él ama escuchar tu voz y desea responder a todas y cada una de tus oraciones. Pablo estaba tan seguro de que Dios escuchaba y respondía las oraciones que hizo una pequeña solicitud para él en el versículo 19: “Oren también por mi…”
Si estás atravezando por dificultades o sabes de alguien que lo está, o estas disfrutando de una vida bendecida—Dios quiere que ores, ores otra vez, y ores un poco más.
Efesios 6:18-20